Lo que generó que escribiera esta
entrada fue una experiencia personal en la reparación de mi auto y la de un conocido
con una situación similar, con muy poco tiempo de diferencia.
Yo tenía mi mecánico de cabecera
que, por azares del destino dejó de existir en este plano y tuve que comenzar
la tortuosa tarea de buscar uno nuevo debido a que mi auto falló de manera
grave; rotura de banda de distribución. Al final el mecánico al que acudimos
resultó el típico maestro chambón que soluciona a medias todo, te engaña y te
quiere envolver con palabras extrañas; “falló la chafaldrana de la espiroqueta”
y ese tipo de cuestiones.
A mi conocido le pasó algo
parecido con un auto de su pareja pues lo llevaron al “mecánico de confianza” de la familia y le realizó
una reparación de banqueta que no duró nada y repercutió en mayores problemas.